Misionero de Bolivia: Participa y Reflexiona sobre el Primer Mensaje de Pascua

Durante el primer día de retiro, en el mensaje de apertura, Gálatas 2:20: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí». Habló de cómo el apóstol Pablo menciona cómo Jesús se entregó por mí. Esta confesión personal revela la profundidad del amor de Dios: Jesús fue entregado por nuestras transgresiones, no por accidente ni por error, sino porque alguien tenía que pagar. Según la ley, quien peca debe morir. Pero Cristo, siendo inocente, cargó con nuestra culpa. Lo que merecíamos, Él lo sufrió. Esa es la justicia de Dios: una justicia diferente, que no castiga al pecador, sino que ofrece gracia a través de un sustituto perfecto.

Y aquí se nos lleva a pensar en cómo Jesús no solo muere en nuestro lugar, sino que, al unirnos a Él por la fe, también morimos con Él. Morimos a nuestro ego, a nuestra autosuficiencia, a nuestra antigua vida. Esto es lo que Pablo quiso decir cuando dijo: «Ya no vivo». Esa vida sin gobierno fue clavada en la cruz.

Pero si morimos con Él, también vivimos con Él. Y no se trata de revivir la carne y luego morir de nuevo. La resurrección de Cristo es diferente, es eterna, es gloriosa. Pablo explica en 1 Corintios 15 que se siembra un cuerpo natural, pero resucita un cuerpo espiritual. ¡Cristo resucitó con un cuerpo glorificado! Y ese es el destino de todos los que están en Él. Su resurrección no fue una ilusión: comió con sus discípulos, les mostró sus manos, les permitió tocar sus heridas. Es real, tangible, eterna. Esa es la esperanza viva que tenemos: que también resucitaremos con él.

Creer en este Evangelio es vivir por fe en el Hijo de Dios. Es caminar cada día conscientes de que Él nos amó, que se entregó voluntariamente por nosotros. Y si creemos esto, ya no vivimos para nosotros mismos, sino para Aquel que murió y resucitó por nosotros.

Ya no vivo. Esa es la confesión de quien ha sido conquistado por la cruz. Y eso es lo que transforma por completo nuestra perspectiva sobre la vida, la muerte, el pecado y la eternidad.