
Con gran alegría y gratitud, se llevó a cabo la dedicación de la Iglesia Santa Cruz. La pastora Luisa Rivas pronunció un poderoso mensaje basado en Marcos 4:21-25, donde Jesús usa la metáfora de la luz para enseñarnos sobre nuestra responsabilidad como discípulos. En este pasaje, nos recuerda que una lámpara no se enciende para esconderse, sino para brillar. Esta verdad fundamental nos desafía a reflejar la luz de Cristo en un mundo necesitado.
El mensaje enfatizó tres desafíos clave para la iglesia:
Ser portadores de la verdad en un mundo en tinieblas. En tiempos en que la confusión, el pecado y la desesperación ensombrecen la vida de muchos, Dios nos ha llamado a ser instrumentos de su verdad. Como iglesia, estamos llamados a proclamar el Evangelio con claridad y valentía. No podemos permanecer en silencio cuando el mundo necesita desesperadamente escuchar el mensaje de salvación.
No ocultar la luz que Dios ha puesto en nosotros. El miedo, la comodidad o la indiferencia a menudo hacen que los creyentes limiten su testimonio. Sin embargo, Jesús nos recuerda que la luz no debe ocultarse, sino colocarse en un lugar visible. Como misioneros, nuestro testimonio debe ser evidente en nuestras palabras, acciones y estilo de vida.
Escuchar con responsabilidad y actuar en obediencia. En Marcos 4:24-25, Jesús dice: «Con la medida con que midan, se les medirá, y aún más. A quien tiene, se le dará; y a quien no tiene, incluso lo que tiene se le quitará». Este llamado nos desafía a ser fieles administradores de la Palabra de Dios. No basta con recibirla y guardarla en nuestros corazones; debemos compartirla y vivirla. Nuestra fidelidad en las cosas pequeñas determinará lo que Dios nos confíe en el futuro.
Finalmente, he comentado cómo podemos ser una luz en el mundo y también cómo debemos comenzar.
Ser intencional al compartir el Evangelio: No podemos esperar que las personas vengan a Cristo por sí solas. Debemos salir, predicar, testificar y discipular con amor y verdad.
Viviendo en integridad: No podemos iluminar si nuestra vida está en tinieblas. Nuestro testimonio debe reflejar la santidad y el amor de Dios.
Intercediendo y apoyando a quienes llevan la Palabra: Así como algunos son llamados a enseñar y predicar, otros son llamados a orar, apoyar y enviar. Como iglesia, debemos estar unidos en esta misión.
A través del servicio de dedicación, pudieron dedicar completamente este lugar a Dios como iglesia. Con gran esperanza, anhelamos que esta iglesia sea un espacio donde la presencia del Espíritu Santo more continuamente, transformando vidas y fortaleciendo la fe de cada joven. Oramos para que esta casa de Dios sea un faro de luz, donde el número de creyentes crezca cada día y muchas almas sean alcanzadas por su amor y verdad.